

Mucho antes de que la odontología llegara a mi vida, mis padres inculcaron en mí el cuidado total de mis dientes, pero he de admitir que en mi etapa de adolescente (y que esto quede entre nosotros, por favor) muchas veces me daba tanta pereza que me encerraba en el baño 5 minutos, hacía ver que me los lavaba y como si nada…
Durante mi formación y sobre todo, por la madurez que da la edad, me fui dando cuenta de la importancia que tiene una buena limpieza bucal diaria. No solo por el hecho de que te puedan salir caries (que ya es un problemón) si no ya por tema higiénico y estético. ¿No es horroroso ver una sonrisa amarillenta y, lo peor de todo, ¡con un olor que te hace caer al suelo!?
Voy a contarte, querido amigo, uno los grandes secretos de una sonrisa perfecta: el cómo debes cepillarte bien los dientes.
- Ante todo, escoge una pasta de dientes que se adecue a tu boca, no dudes en preguntarnos en la consulta.
- El cepillado no debe ser agresivo ni con una fuerza desmesurada, pero sí con movimientos firmes y suaves.
- No solo se tiene que hacer de izquierda a derecha o viceversa, sino también en círculos, de arriba abajo, siempre manteniendo un ritmo constante y suave, ya que el esmalte es delicado.
- Las muelas inferiores y superiores también merecen ser limpiadas correctamente, por lo que pasaremos el cepillo por todos y cada uno de los rincones por los que la comida se ha posado.
- Como colofón final a nuestra limpieza con el cepillo, una pequeña cepillada a nuestra lengua MUY SUAVE para eliminar malos olores sería ideal.
Para que te hagas una idea un cepillado dental correcto debería ocuparte unos dos minutos. En próximos posts os contaré la rutina completa pero espero que toméis nota y poco a poco mejoremos vuestra rutina de higiene dental.