En el siglo I, el médico Escribonius Largus hizo grandes aportaciones para mejorar e incentivar la higiene dental del pueblo romano.
Hasta que se popularizó la receta del médico, lo usual en aquella época era la utilización de productos muy naturales, tanto como que se utilizaba orina humana como dentífrico. Detrás de esta económica costumbre, existe una lógica química, la orina contiene grandes cantidades de amoniaco que permite limpiar los dientes gracias a sus propiedades blanqueadoras. La fórmula original de la pasta dentífrica «Escribonius» contenía una mezcla de vinagre, miel, sal y cristal machacado.
En el antiguo Egipto, hará unos 4000 años, la realeza utilizaba para su higiene bucal una sustancia llamada ‘clister’, elaborada con piedra pómez pulverizada, sal, pimienta, aguas, uñas de buey, cáscara de huevo y mirra.
Desde The Practice os recomendamos que utilicéis los dentífricos que podéis encontrar en farmacias y supermercados, aunque es sólo una recomendación… 😉
!Buen fin de semana!
TP Team