

Cada vez son más las personas las que se preocupan por tener una higiene bucal óptima. Sin embargo, según diversos estudios, se sabe que hay conceptos muy básicos que todavía no se tienen lo suficientemente claros.
Entre estos conceptos nos encontramos con la elección del cepillo de dientes. Seguramente el exceso de información y la gran cantidad de publicidad que las grandes marcas hacen al respecto, son los ingredientes que llevan a que se genere esta confusión.
Entonces, ¿cómo puede elegir un buen cepillo?
A decir verdad no es algo que podamos considerar como complicado. Es cierto que hay que tener en cuenta algunas pautas pero, a partir de ahí, la elección no debería ser desacertada en ninguno de los casos.
Un cabezal de pequeño tamaño
En el caso de los cepillos de dientes nunca tenemos que escoger el más grande. Es más, si nos detenemos un instante a pensarlo, podemos concluir que es lógico. La boca, sobre todo en algunas personas, es una cavidad de un tamaño muy reducido. De ahí la importancia que tiene el hecho de que el cabezal sea pequeño.
De ese modo, gracias a un cabezal pequeño, vamos a poder llegar sin ninguna clase de problemas a todos los rincones de nuestra boca. Y ahí es donde está la clave de todo. El poder llegar a esos rincones en los que se acumulan los restos más rebeldes.
Buen diseño de filamentos
Los filamentos tienen que estar correctamente dispuestos en el cabezal. La superficie del mismo tiene que estar repleta de filamentos, los cuales tienen que estar organizados de modo que podamos acceder a todos los rincones.
Pero no sólo eso. El material de fabricación elegido para la confección de los filamentos también importa. Y mucho. Éstos tienen que ser de dureza media por norma general pero siempre déjate aconsejar por tu dentista. De lo contrario no solo podemos correr el riesgo de dañar el esmalte sino que también podemos dañar de manera notable las encías.
La comodidad por encima de todo
Esto es algo que podemos considerar como básico. Una comodidad que, en este caso, reside en el mango. Sabemos que puede resultar algo trivial pero no lo es.
El mango que elijamos nos tiene que proporcionar una buena adherencia. Ten en cuenta que el cepillo puede mojarse y esto puede dar lugar a resbalones. Esto no es lo óptimo. Además, el mango no tiene que ser excesivamente largo. De esa manera perderemos mucha precisión en el lavado.
Hay que decir, para tranquilidad de todos, que actualmente son muchas las marcas las que nos proporcionan todo esto que necesitamos. Y lo mejor de todo es que el precio de un cepillo no es nada elevado.
Pero es que además si tenemos en cuenta que la compra de un cepillo debe hacerse cada mes y medio o dos meses, podemos llegar a la conclusión de que se trata de una inversión que merece la pena. No en vano un buen cepillado puede ser la base para prevenir muchos problemas bucales algo más severos. Y éstos ya sí requieren de una inversión más elevada.